Bases de la Meditación Budista: Samatha y Vipassana
Samatha (Calma Mental) y Vipassana (Visión Penetrante) son dos estados mentales complementarios que se desarrollan a través de la meditación.
PSICOLOGÍA BUDISTA
Cristián Alarcón G.
7/3/20257 min read
Quiero comenzar comentando que este blog cumplió un año desde su primera publicación (21 de junio de 2024) y aprovechar de agradecer su interés en la Psicología Budista y la Terapia Centrada en la Compasión. Por este motivo, el tema del presente artículo es una celebración a unos de los ejes centrales del camino budista y, como indico en otro lugar de mi web, también considero que del desarrollo psicológico.
Lo que veremos a continuación es una profundización de mi publicación anterior. En primer lugar, vuelvo a escribir sobre meditación, pero ahora desde un punto de vista doctrinario. En segundo lugar, porque sati, samma-sati, mindfulness o atención plena -tema del artículo previo- constituye la base tanto de la calma mental como de la visión penetrante. De hecho, todas las prácticas de mindfulness y meditación desarrollan alguna de estas dos cualidades o estados mentales, o bien ambos a la vez.
Comencemos por entender qué es la meditación y, a continuación, veremos de qué manera desarrollar estos estados.
¿Qué es la meditación?
Etimológicamente, las palabras sánscritas y tibetanas traducidas al español como “meditación” son, respectivamente, bhavana que significa “cultivar” y gom que significa “familiarizarse”. El monje budista francés Matthieu Ricard indica que meditar consiste sobre todo en familiarizarse con una visión clara y justa de las cosas, y en cultivar cualidades o semillas que todos poseemos en estado latente, pero que requieren de nuestro esfuerzo consciente para desarrollarse.
El objeto de la meditación es la mente, la consciencia o el espíritu que es un flujo dinámico de experiencias sujetas a innumerables condicionamientos y automatismos -tal como se mencionó en un artículo anterior. En este sentido, meditar es cultivar la mente y familiarizarse con ella.
El objetivo último de la práctica meditativa es liberar al espíritu de las emociones y pensamientos aflictivos (kleshas), que constituyen la causa del sufrimiento (ver el primer artículo de este blog), disipando la confusión mental o ignorancia que nos lleva a buscar la felicidad donde no se encuentra.
Calma Mental (Samatha) y Visión Penetrante (Vipassana)
Según Anhurudha, el budismo reconoce dos vías conducentes a la liberación del sufrimiento condicionado: la meditación de calma mental y la de visión penetrante. Mientras la primera es común a diversas tradiciones espirituales indo-tibetanas, la segunda es distintiva de la visión budista.
Como se mencionó, samatha y vipassana son cualidades o estados mentales complementarios que se cultivan mediante la meditación. Existen prácticas específicas para el desarrollo de cada uno por separado, así como otras que integran ambos. Por este motivo, en algunos textos se los presenta como tipos de meditación -enfatizando el método- y en otros como estados mentales -destacando su dimensión fenomenológica.
Calma mental o tranquilidad, del sánscrito samatha, significa “estar en paz”. Técnicamente, se refiere a la unificación de la mente mediante la disminución de su oscilación y agitación. Este tipo de meditación fortalece la facultad de concentración (samadhi). Fijando la mente en un objeto seleccionado, todas las distracciones mentales se eliminan, así se suprimen los impedimentos (deseo, aversión, letargo, inquietud y duda) y la mente se absorbe plenamente en el objeto.
Visión penetrante, del sánscrito vipassana, significa “ver en múltiples formas”. A través de la atención continua al cambio de los fenómenos mentales y materiales, el meditador discierne las tres marcas de la existencia, es decir, la impermanencia, la realidad del sufrimiento y el hecho de que nada tiene una existencia intrínseca o independiente. Este discernimiento conduce a la sabiduría (prajña), que permite comprender la naturaleza interdependiente y vacua de los fenómenos o la realidad. Cultivar esta visión es esencial para erradicar el sufrimiento y las incomprensiones fundamentales que lo originan.
Cuatro Senderos de Meditación
La doctrina budista enseña que la serenidad y concentración alcanzadas mediante la meditación de calma mental, proveen una base sólida para el cultivo de la visión penetrante. Sin embargo, este camino no es lineal, dado que ambas cualidades se potencian mutuamente. El sendero a seguir dependerá del grado de desarrollo alcanzado en cada una.
En el Yugaddhana Sutta (Discurso armonioso) del Canon Pali -compilación de textos doctrinarios del budismo-, se indica que hay cuatro senderos de meditación hacia la liberación del sufrimiento. El filósofo indio Asanga los organiza de la siguiente manera:
Una persona posee calma mental, pero no visión penetrante: para esa calma mental se prescribe el cultivo de la visión penetrante.
Una persona posee visión penetrante, pero no calma mental: para esa visión penetrante se prescribe el cultivo de la calma mental.
Una persona no posee calma mental, ni visión penetrante: se prescribe el cultivo simultáneo de ambas.
Una persona posee ambas: el progreso es mediante su práctica conjunta.
Métodos de Meditación
En términos prácticos, los métodos para desarrollar samatha y vipassana pueden diferir, aunque algunas tradiciones -como el budismo zen- no hacen una distinción explícita entre ellas.
Como se indicó anteriormente, la base para alcanzar ambos estados es la meditación de atención plena (mindfulness), ya explicada en el artículo anterior.
Calma Mental o Samatha
Los métodos para desarrollar calma mental pueden clasificarse en dos grupos según utilicen o no un objeto para sostener la atención.
Los métodos que utilizan un objeto consisten en dejar que la mente repose atentamente en un objeto específico, y en volver a concentrarse en él cada vez que notamos distracción. El más importante de estos objetos de atención es la respiración, que normalmente constituye la puerta de entrada a la meditación. También hay prácticas meditativas que utilizan objetos cotidianos (una flor, una piedra, una vela, un color o un lugar seguro) o imágenes simbólicas asociadas al camino espiritual (una estatua de Buda, un mandala).
El método de meditación sin un objeto busca llevar la atención hacia la mente en sí misma, en un estado de plena consciencia y libre de cualquier clase de construcción mental. Ricard indica que esta concentración es el resultado natural de la concentración en un objeto, y representa un paso adelante hacia la comprensión de la naturaleza fundamental del espíritu a través de la experiencia directa.
Etapas de Pacificación de la Mente
En la tradición budista se utiliza la metáfora de un río que avanza desde una cascada hasta el mar para dar cuenta del proceso de pacificación de los pensamientos que ocurre a medida que el meditante va calmando la mente. Esta progresión consta de cinco etapas, ilustradas por cinco imágenes:
La cascada que cae desde un acantilado: los pensamientos se encadenan sin interrupción; parecen más numerosos porque el individuo toma conciencia de ellos.
El torrente desciende por las gargantas con rapidez: se alternan momentos de calma y agitación mental.
El río ancho fluye sin obstáculos: la mente se agita solo ante eventos externos, permaneciendo tranquila en otras circunstancias.
El lago surcado por unas cuantas olas: agitación en la superficie, pero profundidad tranquila y presente.
El océano tranquilo: concentración inquebrantable y sin esfuerzo, sin necesidad de recurrir a antídotos contra los pensamientos erráticos.
Estos métodos permiten alcanzar un espíritu claro, concentrado y estable debido al apaciguamiento momentáneo de las emociones y pensamientos perturbadores. Sin embargo, samatha por sí sola no erradica las causas del sufrimiento, motivo por el cual es necesario desarrollar la siguiente condición.
Visión Penetrante o Vipassana
La práctica de Vipassana permite conocer la realidad tal como es, superar la ignorancia y liberarse de las causas del sufrimiento. Puede abordarse en diferentes niveles y de diversos modos, entre ellos:
Comprender la verdadera naturaleza de los fenómenos
Todo surge por causas y condiciones en cambio constante. Como un arcoíris que aparece y desaparece cuando se modifican los factores que lo originan, ningún fenómeno tiene existencia autónoma o permanente. Comprender esto implica una transformación en nuestra percepción del yo y del mundo.
Librarse de las emociones perturbadoras
Las emociones influyen en nuestra forma de pensar, hablar y actuar. Algunas son virtuosas (altruismo, compasión) y otras aflictivas (apego, aversión). La práctica consiste en cultivar las primeras y disolver las segundas.
Un método consiste en usar antídotos para generar estados emocionales opuestos a los que deseamos contrarrestar. Por ejemplo, al desarrollar la compasión por los otros, menos sitio habrá en nuestro espíritu para su contrario: la rabia o la aversión.
Otro es no identificarse con las aflicciones efímeras, generando un espacio en nuestra mente que evite fundirnos con ellas y nos permita tomar plena consciencia, observarlas y comprender que son impermanentes, insustanciales y se disuelven por sí mismas.
Desenmascarar el ego
El ego es un concepto que asociamos con el continuo de experiencias que constituye nuestra consciencia. Nuestra identificación con él es profundamente disfuncional, porque entra en conflicto con la realidad. Le atribuimos cualidades de permanencia, singularidad y autonomía, mientras que es cambiante, múltiple e interdependiente. El ego fragmenta el mundo y establece para siempre la división entre “yo” y el “otro”. Al estar basado en un error, se ve constantemente amenazado por la realidad, lo que nos mantiene en un sentimiento profundo de inseguridad. Conscientes de su vulnerabilidad, intentamos protegerlo y reforzarlo, sintiendo aversión hacia todo aquello que lo amenaza y atracción hacia todo lo que lo sustenta, provocando una gran cantidad de emociones conflictivas. Para desenmascarar la impostura del yo, hay que investigarlo hasta el final. Disipar su ilusión se traduce en un sentimiento de apertura a todo lo que se presenta, una disponibilidad benévola y valiente que se extiende a todos los seres.
Aprehender la naturaleza fundamental del espíritu
En estados de calma profunda podemos mantenernos durante unos momentos en la experiencia no conceptual de la conciencia pura. El budismo llama «naturaleza del espíritu» a este aspecto fundamental de la conciencia, libre de los velos de la confusión. Los pensamientos surgen de la conciencia pura y se disuelven de nuevo en ella. Identificar la naturaleza fundamental de la conciencia y saber descansar en ella, en un estado no dual y no conceptual, es una de las condiciones esenciales para conseguir la paz mental y la liberación del sufrimiento.
Bibliografía
Anuruddha (Entre s. V a s. XII EC). Compendio del Abhidharma (Abhidhammattha Sañgaha). Traducción U Nandisena, 1999.
Asanga (s. IV EC). El Compendio del Abhidharma (Abhidharma samuccaya). Traducción Upasaka Losang Gyatso, 2014.
Canon Pali. AN 4,170 Yugaddhana Sutta – Discurso armonioso. Visto en: https://www.bosquetheravada.org/blog/2008/09/27/an-4170-yugaddhana-sutta-discurso-armonioso/
Ricard, M. El arte de la meditación. Ediciones Urano, 2009.
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