La ignorancia: No sabemos que somos el resultado de nuestras causas y condiciones

La ignorancia nos lleva a tener concepciones erróneas sobre la naturaleza de la realidad que nos mantienen atados a nuestro estado condicionado de Dukkha. Veamos de qué se trata esto.

PSICOTERAPIA Y BUDISMO

Cristián Alarcón G.

9/7/20246 min read

Quiero comenzar este artículo agradeciendo a todos los que han contribuido a lo que soy. Nada sólido, ni esculpido en piedra, sino que en proceso constante. A mis padres, hermanos y familia extensa, a mis hijos y su madre, a mis amigos, a los que no me quieren tanto, a mis profesores, jefes, compañeros y maestros. El tema que voy a tratar nos conecta con nuestra historia y nuestro entorno, y me lleva a convencerme cada vez más de que la trayectoria que hemos recorrido tiene un valor y que el vínculo amoroso o compasivo con todos los seres y la naturaleza es el camino.

La ignorancia como causa de sufrimiento

No es común hablar sobre la ignorancia como causa de sufrimiento y tal vez la mayoría de las personas ni siquiera lo han pensado, pero en el budismo es un concepto central. En este sentido, el Dalai Lama plantea que “para liberarse de los padecimientos del nacer, envejecer, enfermar y morir, hay que superar el deseo, el odio y la confusión. Su raíz, a su vez, es la ignorancia”.

Dentro del marco de la presente serie de artículos, la ignorancia es el último de los “3 Venenos” que revisaremos.

La ignorancia: Verdad que todo lo oculta

En el Discurso con el Análisis del Origen Dependiente, Buda entrega la siguiente definición de ignorancia (avidya en sánscrito):

“¿Y qué es, monjes, la ignorancia? No conocer el sufrimiento, no conocer el origen del sufrimiento, no conocer el cese del sufrimiento y no conocer el sendero que conduce al cese del sufrimiento. Todo esto es llamado la ignorancia”.

A partir de esta definición se desprenden dos ideas relevantes.

  • Primero, la ignorancia se refiere al desconocimiento de la base de toda la doctrina budista que son las “Cuatro Nobles Verdades”.

  • Y segundo, este desconocimiento es la fuente básica del sufrimiento y la raíz de nuestra existencia cíclica (Samsara).

La ignorancia ha sido descrita como una “verdad que todo lo oculta”, es decir, como un manto que no permite ver la naturaleza de la realidad, sino que la disfraza con visiones o creencias erróneas, y nos lleva a interpretar la naturaleza de las cosas equivocadamente.

En síntesis, la ignorancia implica desconocer las verdades fundamentales del budismo y, en su lugar, utilizamos concepciones erróneas respecto a la naturaleza de la realidad que oscurecen la conciencia y nos mantienen en un estado de malestar (Dukkha).

Creencias erróneas

¿Y cuáles son estas creencias erróneas que disfrazan nuestra percepción sobre la naturaleza de la realidad y qué consecuencias tienen?

Estamos convencidos de que nosotros y todos los otros fenómenos del universo, tenemos una existencia inherente, autónoma e independiente. A medida que crecemos, vamos desarrollando la idea de que nuestro yo es algo sólido, tangible y permanente. Esto nos lleva a identificarnos con nuestro cuerpo, sensaciones, percepciones e ideas, y a la búsqueda permanente del placer (apego) y al rechazo de lo desagradable (aversión) como medios para alcanzar la felicidad. Todas nuestras tendencias egoístas se basan en esta creencia.

Pensemos un momento en cómo nuestra vida se organiza en torno al cumplimiento de objetivos que lo único que hacen es reforzar nuestra individualidad. Desde que ingresamos al colegio nos vemos involucrados en un proceso que apunta a que consigamos el mejor futuro posible. Somos estimulados a obtener buenas notas y a prepararnos para ingresar a la educación terciaria, y mejor si es una universidad de prestigio. En la etapa laboral, el desarrollo de carrera profesional lo relacionamos con logros personales, con la obtención de estatus y con la búsqueda de un mayor bienestar, primero personal y luego para nuestra familia.

Todo este proceso, va reforzando la idea de un yo sólido, autónomo e independiente, que avanza en la medida que obtiene resultados. Hasta aquí es una historia conocida ¿cierto?

La naturaleza interdependiente de la realidad

¿Y de qué hemos sido ignorantes en esta trayectoria?

Este proceso no ha considerado el aspecto más fundamental de la realidad que es la naturaleza interdependiente de todos los fenómenos, es decir, “todo lo que se aparece a nuestros sentidos, absolutamente todo, es interdependiente. Nada existe de forma independiente, sin depender de causas y de condiciones”. Entonces, “como nada surge de sí mismo, de otro, ni sin depender de una causa, las entidades carecen de naturaleza propia”. Llevado al caso individual, esto significa que el yo no es algo sólido o con una existencia en sí mismo, sino que su emergencia depende, en cada momento, de factores tanto internos como externos que lo determinan (“microidentidades” en términos del científico y budista Francisco Varela).

Veamos esto analizando brevemente la trayectoria planteada en mi caso personal.

  • En lo académico, soy el resultado de mi esfuerzo personal y del que realizaron mis padres para educarme al matricularme en un colegio y luego en una universidad que ellos pensaron que podía contribuir a mi futuro. En el proceso colaboré con otros para desarrollar mis habilidades (por ej. musicales), tuve ayuda de compañeros para estudiar algunos ramos y recibí la instrucción de profesores que influyeron en mi futuro profesional (por ej. Padre Oscar Cosemans).

  • En lo laboral, obtuve mis primeros aprendizajes de otros profesionales que me enseñaron. Con el tiempo hubo personas que me ofrecieron oportunidades de desarrollo porque confiaban en mis capacidades. También he tenido que enfrentar dificultades con personas dentro del trabajo. Y, finalmente, cualquier actividad laboral que haga solo tiene sentido si es que es útil para otros.

Para ponerlo en perspectiva, nuestra vida depende del cuidado que nos dieron nuestros padres cuando niños, de las interacciones con nuestros amigos y compañeros, del vínculo que hemos desarrollado con nuestros profesores, jefes y mentores, de nuestras relaciones de pareja, del cariño que entregamos y recibimos de nuestros hijos, del alimento y agua que ingerimos, del aire que respiramos, del sol que recibimos, de la posibilidad de acceder a entornos naturales, en fin, somos seres profundamente interconectados con otros y con la naturaleza. Esto es lo que Thich Nhat Hanh denomina “Inter-ser”. Es tan vital nuestra interdependencia que no duraríamos más de 2 minutos sin respirar o más de 5 días sin tomar agua. Incluso, la probabilidad de haber sobrevivido sin cuidados cuando niños es nula.

Meditar sobre el origen dependiente de los fenómenos

Terminar con la ignorancia es el camino para dar fin a las emociones aflictivas y nuestro estado de existencia condicionado de Dukkha, y el antídoto para alcanzarlo es meditar sobre el origen dependiente de los fenómenos.

Solo como un primer paso, es necesario comprender el principio de la naturaleza interdependiente de la realidad según el cual, tal como se mencionó anteriormente, los fenómenos no tienen una existencia independiente de las causas y condiciones que les dieron origen y, por lo tanto, no tienen una existencia intrínseca.

En segundo lugar, se sugiere contemplar cómo las cosas dependen, se apoyan, se interpenetran o influyen unas a otras. Por ejemplo, observar algo tan cotidiano como que un almuerzo es el resultado de una larga cadena que comienza con el cultivo de los ingredientes, las condiciones climáticas que influyeron en su crecimiento, los pesticidas o procesos orgánicos utilizados, la cosecha, el método de preparación, todo lo que llevó a la existencia del restaurant donde se va a consumir, todos los que participaron del proceso, en fin, es una larga cadena de causas y condiciones, que dio como resultado un plato de comida que tiene un origen que depende de todo lo anterior y que, por lo tanto, no tiene una existencia intrínseca o independiente de la cadena causal descrita. El mismo ejercicio se puede realizar con cualquier cosa, incluido el yo, y de esta forma estaremos observando el principio de interdependencia en aspectos concretos y cotidianos de nuestra vida, lo que facilitará su asimilación.

En tercer lugar, para llegar a asimilar este principio la mente tiene que sufrir una profunda transformación. Según el Dalai Lama, “es necesario meditar repetidamente con el propósito de familiarizarse con el profundo significado de la ausencia de existencia inherente. Siendo este el caso, es necesaria la unidireccionalidad meditativa de la mente de la calma mental” que se puede desarrollar, por ejemplo, practicando Zazen o realizando otras prácticas meditativas que permitan focalizar la atención en un punto (imágenes o mantras).

Bibliografía

Buda. Canon Pali, SN 12,2 Vibhanga Sutta - Discurso con el análisis del origen dependiente. Publicado en Bosque Theravada (2008)

Chandrakirti (s. VII d.C.). Ingreso al Camino Medio. Traducción de Tenzin Dolkar, Dharamsala (2018).

Carmen Dragonetti. (2002). Udana, La palabra de buda. Fundación Instituto de Estudios Budistas, Buenos Aires, Argentina

Tenzin Gyatzo (Dalai Lama)

(1998). Hacia la paz interior. Editorial Apostrofe

(2000). Las leyes de la Vida. Ediciones Martínez Roca.

(2002). Las cuatro nobles verdades. Editorial Plaza y Janes.

Sakya Trizin (2010). La Vacuidad tal como está expresada en el Sutra del Corazón. Traducción de Upasaka Losang Gyatso.

Thich Nhat Hanh (2018). El corazón de las enseñanzas de buda. Editorial Planeta.

Francisco Varela. (1998). Ética y acción. Dolmen Ediciones.

Vasubhandu (s. IV d.C.). Versos sobre el tesoro del Abhidarma. Traducción de Upasaka Losang Gyatso (2014).

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